1. Resumen sobre el pensamiento crítico:
El pensamiento crítico es una forma de pensar con el fin de obtener un resultado utilizando la razón y no el corazón. Este resultado puede ser, solucionar un problema, responder una pregunta o explicar algo. Con esta premisa, todo razonamiento debe ser abordado desde un supuesto inicial, para después enfrentándolo a otros puntos de vista diferentes y recopilando toda la información y datos al respecto, llegar a unas conclusiones razonables y argumentables. Es decir, hay que partir hacia la solución sin prejuicios y analizar todas las opciones de manera imparcial y objetiva para llegar a una solución que nos satisfaga.
Claro está que para poder pensar críticamente hace falta desarrollar unas destrezas intelectuales esenciales como son:
· Humildad
· Entereza
· Empatía
· Autonomía
· Integridad
· Perseverancia
· Confianza
· Imparcialidad
· Autodisciplina
· Mente abierta
· Capacidad de comunicarse de manera efectiva
Para poder desarrollar etas destrezas hay que aplicar los estándares intelectuales (claridad, exactitud, lógica, precisión…) a los elementos del razonamiento.
2. Análisis del texto “Clases magistrales, y concentración,” según las características del pensamiento crítico:
“El alumnado no es capaz de mantener la concentración por un periodo superior a 15 minutos”. Afirmación ampliamente divulgada y cuya veracidad es argumentalmente discutida por parte de Jose Ramón Alonso en su blog.
Con estas líneas queremos reflexionar de manera crítica en torno a la concentración en el aula y la infinidad de factores que influyen en ella.
Basamos nuestra reflexión tomando como ejemplo un aula tradicional en la que interactúan una serie de alumnos y generalmente un único docente. Analicemos de manera un poco más detallada los mencionados tres factores, aula, alumnado y docente.
Cuando hablamos de aula y pensamos en educación secundaria, automáticamente nos viene a la cabeza una sala rectangular con baldosas hasta media altura, paredes y techo pintadas en blanco y con ventanas en alguna de las caras. Por norma general son fabricadas mirando al bolsillo, sin pensar en su función y requerimientos, muchas veces terminadas a prisa con septiembre a la vuelta de la esquina. ¿Acaso alguien ha tenido en cuenta la iluminación tanto natural como artificial y los reflejos? ¿La sonoridad reverberación y el ruido exterior?, ¿Se tuvo en cuenta la cantidad de alumnos a acoger, y la posibilidad distribuirlos de una manera no tradicional? ¿En el caso de aulas nuevas, se habrá garantizado una conectividad estable y con posibilidad de adaptación a futuro, verdad? La lista sigue y el análisis pormenorizado podría dar cuanto menos para un Trabajo Final de Máster pero no cabe duda que todos y cada uno pueden contribuir o entorpecer la concentración de todos.
El alumnado: 24 adolescentes de entre 12 y 16 años en la ESO y 31 jóvenes de entre 16 y 18 años en bachiller. Experimentado cambios físicos constantes, con las hormonas en plena efervescencia. Las primeras parejas, el descubrimiento de la noche, el alcohol y otras drogas. La convivencia, a veces problemática, en sus casas…
Por último el profesorado. Ese colectivo de holgazanes funcionarios con más vacaciones que nadie y un sueldo de élite funcionarial. Con más de 100 alumnos por docente a jornada completa, con medios y formación en el mejor de los casos escasa y muchas veces inexistente. Un colectivo, al que disculpen la expresión, le llueven “hostias” por parte de padres y madres, alumnos y muchas veces de quien supuestamente están para ayudar y protegerlos.
Lo descrito en estas líneas no deja de ser una descripción rápida y superficial de algunos de los factores que influyen en la concentración y que nos llevan a pensar que es imposible determinar una fracción de tiempo media, para una persona media, en una situación media en la que pueda estar en un nivel de concentración, ¿también medio?.
1.
Gaizka Bustince y Mikel Lacasta.
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